Encerrada en casa Parte 2

Las últimas noches esperé hasta altas horas de la madrugada, a fuerza de nebulizaciones y sonadas de nariz constantes, de esas que raspan por repetición, que por mis fosas nasales circulara un mínimo de aire para poder dormir medianamente bien. Una noche me pude acostar a las 4 a.m, y la noche siguiente a las 5 a.m. En esas altas horas escuchaba cada veinte minutos llorar a Catalina, la bebé (bah, yo le digo "el cabrito" hace meeeeee maaaa meeeeeeeee bbeeeeee como cabrito) de los simpáticos de al lado y me divertía imaginando la situación de ellos peleándose a ver quien se hacía cargo de la retovada crianza.

Para contextualizar un poco días atrás apareció un sobre misterioso para los vecinos, donde había fotos de la casa y amenazas hacia ellos, como diciendo "sabemos donde vivimos, excrementos". Ellos me contaron esto para que tenga cuidado a la hora de abrir la puerta o darle información a extraños, cosa que igual no está dentro de las posibilidades. Dijeron que están en juicio y que por eso los quieren amedrentar por ese medio.

La cuestión es que esa madrugada estaba con mis auriculares al palo escuchando música tratando de no pensar en el dolor de oídos de la congestión, see, hecha mierda y hacía unos minutos había tirado Lysoform (acepto dinero a cambio del chivo). Un olor a querosén empezó a aniquilarme y pensé que ya estaba despidiéndome de esta tierra, sentía todo el paso del aire viciado por las vías respiratorias, me veía en la cama de al lado de Sandro De América dándole la mano en el último segundo de agonía, los dos totalmente desahuciados. Ni me imaginé que ese olor podía ser cierto, claro que no, y no le dí importancia. Abrí un toque las ventanas y me fui a dormir con un olor de cabeza asesino.

Pasé el día recluida, conectada al nebulizador y conviviendo felizmente con las michinas, a Elektra la aleccioné un par de veces porque ya ni ella me aguantaba, no solo tiraba todas las cosas habidas y por haber en la casa, sino que gritaba, corría y molestaba a Frida a cada instante (Ver cara de "ayuda" de Frida en la foto de abajo). Las dejé salir un rato al sol y por suerte Elektris volvió, pero encerrarla empeoró las cosas, le había agarrado el gustito y ahora gritaba más fuerte, la agarré fuerte y con una sesión de mimos violentos se rescató.
Eran las ocho de la noche masomenos y me llega un mensaje al celular: "Paula, soy Natalia, tu vecina de al lado, estas en casa ? Llamame".

Lo primero que pensé fue que ella y el cabrito se habían caído de la escalera. Enseguida llamé al celular, me atendió papá Cabra.

- Hola.

- Hola, soy Paula, que pasa ?

- Ves algo raro en mi casa ? Algun movimiento extraño, algún ruido ? Algo ?

- No, está todo tranquilo acá, estoy enferma y hace un par de días estoy acá.

- Vos sentiste olor a kerosén esta madrugada?

- La verdad que es como si me preguntaras si hay vida en Marte, tengo una congestión asesina. Pero ahora que lo pienso bien si, sentí, pero pensé que estaba alucinando o que la misma sensibilidad me hacía sentir olores extraños.

- No, porque esta madrugada tiraron kerosén en la puerta de calle y papeles prendidos. Fijate la puerta que esta un poco negra. Estos son los que nos vienen amenazando.

- Ah! ( estupefacta estaba... no pude decir más).

- Vos cualquier cosa gritá, que en casa se escucha todo.

Ahora los putos vienen tarde a la noche, seguramente mamá Cabra no se quiere quedar sola con su pequeña vástaga por los atentados. Sigo pensando que estos mierdas no me cierran, espero estar equivocada.

Una persona que viene un viernes o un sábado a la una a.m a decirte que bajes la música, que te ladra cuando te saluda, que le dice "tonta" a su mascota, que recibe atentados, que no escucha música no es digna de confianza.

Según ellos es por un juicio laboral, los quieren amedrentar para que lo retiren.

Me importa tres soretes, quiero que se vayan de esa casa, malditos inquilinos.

La DUEÑA
(hinchada como un sapo de orgullo, aunque falten 29 años para terminar de pagar el crédito)