La vida en la primaria
Este fin de semana me acordé de algunos detalles de la escuela primaria. Acepto sus aportes!
Lo útil que podía ser la regla o el lápiz negro para revolver la leche con Nesquik. Me olvidaba la cucharita (siempre).
La mugre acumulada en el guardapolvo antes de terminar la semana.
Los joggins bizarros que me compraba mi vieja: rojos, azules, verdes.
Jugar al quemado, el elástico y la rayuela. En el quemado tenía días excelentes y días para el olvido, el elástico no era lo mío definitivamente y la rayuela tampoco.
Las rodillas perforadas de los joggins, la mayoría con pitucones de cuero. Metal !
La inutilidad del transportador, que usaba -con suerte- una vez al año.
La fila para comprar porquerías comestibles en el recreo.
Las marcas extrañas que consumía para que me sobraran moneditas.
El consumo desmedido de snacks, Naranjú, Manón, Guaymallén y Mielcitas.
El profesor de voley apoyando a mis compañeras más desarrolladas cuando les enseñaba el saque de voley.
Cuando me pateo mi novio en un recreo porque era "muy pendeja".
El primer beso de lengua en un asalto, para ser más exacta en el baño de la casa de un compañerito y con la luz apagada, obvio. Jajajaja.
Los apretujones en los lentos, creo que ni pasábamos música "rápida" en séptimo grado.
La peligrosidad del compás, no convenía enfrentarse con alguien que tuviera uno en su cartuchera.
La calculadora negra y los machetes con lápiz negro (pa ver a trasluz).
La cindor en botellita (se me hace agua la boca).
Las bombitas de agua, le tiraba a las vacas cuando pasaban en el camión (Próxima Estación: Mataderos). Y las que le tiraba a la gente que pasaba por la vereda.
Los volquetes que hice llevar al pedo. Llamaba y les daba una dirección cualquiera, era tan pilla (jejeje).
El primer pucho en la terraza de Nazarena. Las demás nos miraban con cara de horror.
Cuando el director del colegio me llevó de vuelta a casa tras cantar el Aurora porque tenía varicela y llevaba la carta de colores de rojos en la cara.
Tocar la campana del recreo, no había nada más emocionante.
Actuar en los actos de lo que fuera, desde marinero hasta anciana facista.
Leer en los actos y sacarme los mocos ante 400 personas. Recuerdo a mi abuela Cocoon haciéndome señas de que me recate.
Ser escolta de la bandera cuando todavía me portaba bien.
Continuará...
Lo útil que podía ser la regla o el lápiz negro para revolver la leche con Nesquik. Me olvidaba la cucharita (siempre).
La mugre acumulada en el guardapolvo antes de terminar la semana.
Los joggins bizarros que me compraba mi vieja: rojos, azules, verdes.
Jugar al quemado, el elástico y la rayuela. En el quemado tenía días excelentes y días para el olvido, el elástico no era lo mío definitivamente y la rayuela tampoco.
Las rodillas perforadas de los joggins, la mayoría con pitucones de cuero. Metal !
La inutilidad del transportador, que usaba -con suerte- una vez al año.
La fila para comprar porquerías comestibles en el recreo.
Las marcas extrañas que consumía para que me sobraran moneditas.
El consumo desmedido de snacks, Naranjú, Manón, Guaymallén y Mielcitas.
El profesor de voley apoyando a mis compañeras más desarrolladas cuando les enseñaba el saque de voley.
Cuando me pateo mi novio en un recreo porque era "muy pendeja".
El primer beso de lengua en un asalto, para ser más exacta en el baño de la casa de un compañerito y con la luz apagada, obvio. Jajajaja.
Los apretujones en los lentos, creo que ni pasábamos música "rápida" en séptimo grado.
La peligrosidad del compás, no convenía enfrentarse con alguien que tuviera uno en su cartuchera.
La calculadora negra y los machetes con lápiz negro (pa ver a trasluz).
La cindor en botellita (se me hace agua la boca).
Las bombitas de agua, le tiraba a las vacas cuando pasaban en el camión (Próxima Estación: Mataderos). Y las que le tiraba a la gente que pasaba por la vereda.
Los volquetes que hice llevar al pedo. Llamaba y les daba una dirección cualquiera, era tan pilla (jejeje).
El primer pucho en la terraza de Nazarena. Las demás nos miraban con cara de horror.
Cuando el director del colegio me llevó de vuelta a casa tras cantar el Aurora porque tenía varicela y llevaba la carta de colores de rojos en la cara.
Tocar la campana del recreo, no había nada más emocionante.
Actuar en los actos de lo que fuera, desde marinero hasta anciana facista.
Leer en los actos y sacarme los mocos ante 400 personas. Recuerdo a mi abuela Cocoon haciéndome señas de que me recate.
Ser escolta de la bandera cuando todavía me portaba bien.
Continuará...
4 comentarios:
el primer pucho de la pitu fue a los 9 años de ahi nunca paro y a los 10 la internaron en un reformatorio donde la conoci...hay que contar toda la historia amiga jajajaja¡¡¡¡
jajajajajaj, vas a cobrar maldita...
fuiste escolta??
NEEEEEEEEEEEEEEEEEERD !
queremos fotos....YA !
yo odiaba a una compañerita mia que llevaba su paquetito de melbas, cuando mi mamá me mandaba una bolsa (reciclada con uso previo) con galletitas surtidas de las cuales sólo me gustaban los anillitos blancos.
a esa misma compañerita la odiaba porque siempre iba prolija, y digamos que mi mamá me podía mandar requete limpita y perfumada, pero "prolija" noooo... no es un detalle que mi mamá valorara en esos momentos. No me mandaba zaparrastrosa, pero tampoco era una lady. Ella, en cambio, iba con sus moños blancos y el cuellito de broderie de su camisa asomando por el guardapolvo, toda bonita y bien peinada.
mi mamá me mandaba de jogging, cómoda, sin manchas ni roturas, pero no muy fi fí ni femenina.
=0(
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